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sábado, 28 de noviembre de 2009

IX) LA LARGA NOCHE DEL POETA OSCURO

“Como asombrarte/si ya no hago en la vida/mas que esperarte” IDEA VILARIÑO

…Dicho lo cual, la Morocha Gris se incorpora y vuelve al ruedo.
El Poeta Oscuro se abandona en su cubículo, en ese intersticio que los fastos de la noche dejaron olvidados en un rincón del Splendid.
Sí. La Morocha Gris se vuelve a sus asuntos, a su coto de caza. Allí la espera el Músico Errante y toda una noche por delante alza sus brazos espectrales.
El Poeta tiene frente de sí el anotador. A sus espaldas la música rueda vestida de fiesta, de cotillón, de pequeña algarabía. El Poeta traza en el papel una línea. Luego otra más corta. No sabe porqué, recuerda ahora a la Panizzi y sus continuas diatribas contra aquel cuaderno imposible, donde la Geometría, embriagada por el elixir de Tristán e Iseo abierto impúdicamente en la hora de Literatura (la inmediata anterior) por la De Ámeli, desordenaba todos sus rigores y convertía al mismísimo Teorema de Pitágoras en un enunciado dadaísta. Pero debajo de las líneas, el Poeta escribe “¿Hacia dónde?” y luego, con más firmeza. “Ver. Encuentro. Triste”. ¿Escritura automática como decían Bretón y sus acólitos?
Hay dolores, piensa el Poeta, que nos habitan con esa convicción propia de un cruzado y entonces a la vista de todo el mundo, uno es apenas un fanático, apenas un hombre degradado hacia la torpeza o la idiotez, apenas un obsesivo-compulsivo a los ojos de la gaya ciencia. No hay forma de explicarlo. Ese dolor es anterior a uno, tal vez estuvo agazapado, esperándonos, con la convicción de que era a nosotros a quién debía habitar. Ese dolor es previo a nuestro nacimiento y así como es tan natural que nos encontremos arrojados a la calle desierta de una página en blanco, antes de conocer el término que nos defina y nos explique ante la evidencia de lo real; así como al llegar al mundo nuestra primera señal de presencia acontece en un grito que nos da sentido mucho antes de que alguien nos llame hombre o mujer o persona o lo que fuese, hay tal vez un dolor que estaba allí y fue parido al mismo tiempo que nosotros. ¿Y si fuese ese nuestro ángel de la guarda? Quién sabe.
Porque ese es justamente el dolor que lo atraviesa, es justamente ese el dolor que lo agobia sin treguas. Es justamente ese dolor el que le da sentido
Entonces, con una rabia mansa que le muerde la mano, escribe:

Qué aire sopla tu belleza sobre el curso sinuoso del río, sobre el devenir, sobre la veloz consumación de las horas.
Aquí estás abrazada al hijo, subida a tu sangre dos veces, a tu ardor eterno, al fruto dulce de tu morada líquida.
Allá, tu boca asoma en una sonrisa que no es, el borde carnoso de tus labios dibuja siluetas de palabras, de suspiros que fueron canción, de suaves gemidos en el sueño, de risas que rasgaron guitarras en el fuego o se posaron en las teclas de pianos gigantescos.
Y en el alboroto de tu cabello, miles de luciérnagas se desprenden de sus alas y desbaratan el ojo insomne de la luz.
Toda tu imagen espejada en miles de imágenes crecientes desafían nuestra torpe idea de lo bello. Todo tu perfil de mujer abrasa el sueño de los caminantes, de los erráticos vagabundos que se andan por los senderos mendigandole a los dioses una lluvia en el desierto de los deseos. Y uno solo de tus gestos (retratados sin poder impedir que te muevas y bailes en torno de rojas hogueras) se vuelve y danza sobre pétalos crepusculares, sobre lágrimas más antiguas que tu edad, tu sitio atemporal en la corte de las flores descalzas.
¡Tu belleza es tan honda que duele como la herida de la distancia y el silencio!

Sí. Cuando uno escribe exorciza sus dolores, sus muertes innumerables. Cuando uno escribe desata el lazo de su bestia, de su criatura monstruosa pero frágil.
La noche tiene un reguero de sangre disipada en pétalos oscuros, mientras la música resuena grotesca delante o debajo o detrás de su mesa. La noche camina con pasos de lento andar, con pasos que no pueden seguirse. Y el Poeta Oscuro prosigue, febril e incansable, doblado en agonía sobre el papel que bulle en la mesa

Debajo de las baldosas de mi sombra, hay un hueco dónde resuena tu nombre.
Laberinto impiadoso, tu voz lo pronuncia y mis pies se pierden absortos en la búsqueda.
¿Estás allí? Acaso en un cuadro de infancia que se lleva tu sonrisa triste, y el vigor abuelo de un afecto y la distancia memoriosa del tiempo armando con paciencia su tela de araña.
¿Estás allá? En la estática sucesión de muertes, en los silencios que acuñaron tu talla de mujer, en el arrojo de tu cuerpo y sus brotes voraces e incendiarios.
Difícil saber qué trama tiene el encuentro, difícil cuando se acoraza tu silencio y no es posible seguirle el rastro a una huella amanecida o a una lágrima guardada en el último rincón de tu cofre sagrado.
Te hiciste en soledad bordeando el río sinuoso de heridas que no han de cerrarse.
Y en el alba temprana del adiós, en tu estarse de madre de madres, en tu explosión feliz (aquella tregua de vida brotando de tu carne) nunca te creíste destinada a la alegría. Nunca, merecedora de ese afecto capaz de abrirle ventanas a la condena del dolor original.
Y cuando el azaroso tempo de la melodía nos empujó a la confluencia de sonidos inéditos, dispersos en el aire pero abigarrados en las teclas sutiles de la sangre, cuando nuestros ojos se toparon como dos toros furibundos, cuando la palabra nos dejó desnudos ante nuestro deseo y supimos sin estudiar el resultado de las cifras que habíamos nacido solo para encontrarnos alguna vez entre una multitud de ciegos, hubo un hiato en el cuello de la tarde, una letra que se desaliñó sin querer, un enjambre de preguntas que soltó su zumbido aletargado y mortífero.
¿Estás allí? ¿Estás allá? ¿Acaso aún en frente de mi puerta abierta?
¡Qué cosa con las criaturas que son hijas del barro doliente!
¡Que triste es su juego aun en la exuberante dicha del amor

El Poeta suelta su lapicera. Sobre el papel alcanza a contar las señales de su sudor, las viejas lágrimas que tal vez estuvieron desde siempre, pero ahora conocieron la cruz de su nombre.

6 comentarios:

  1. Muuuyy interesante, che. Voy a tener que empezar desde el capítulo I. ¿Ya los tenés escritos y los vas subiendo o está en pleno proceso creativo?
    Tenés un estilo bastante definido y personal, entre arcaico (por lo "caballeroso" o "caballeresco") y reo o bien situado en su lengua (no en una arcaica o españolizada).
    Mientras leía pensé en Dolina, en Leopoldo Marechal y su Adán Buenosayres.

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  2. Bien pensado...ja ja! Los mencionados son referentes... Algunos están escritos y otros en proceso de elaboración...y luego hago un "montaje"...la idea general la tengo...pero algunos capítulos están en "blanco"...será un laburo de paciencia..como todo laburo de escritura no?
    Gracias por tu visita y tus palabras!
    H

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  3. In your honour and in the honour of wall the Writwrs and Poets, I published an ilustration.

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  4. Hola, perdón por escribirte por este medio, somos una red de librerías de usados www.buscaslibros.com y estamos recopilando información sobre blogs literarios para publicarlos en nuestra página. Ya hemos registrado tu blog para compartirlo con nuestros usuarios dentro de poco. Saludos y si buscas libros agotados, raros, etc, te esperamos por allá!

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